Cuando era niña, me levantaba en las mañana y la casa olía deliciosamente a café, eso indicaba que mi mama se había levantado y mi papa se iba al trabajo.
Ella solía sentarse en la cocina para tomarse su café muy despacio y yo me preguntaba ¿que tanto piensa mi mami?
Cuando llegaba alguien a la casa ella siempre les decía a los invitados “Un cafecito” y hablaban por horas con una tasita de café!
Han pasado los años y ahora comprendo lo que es tomarse un café, es toda una tradición, es decirle a un amigo tengo tiempo para ti “te escucho”, es tomarse un momento para reflexionar y poner tus pensamientos en orden.
Hoy por hoy en mi casa en las mañanas huele a café y siempre habrá un cafecito para los amigos.
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